21.7.14

El show de Lady Gaga encandiló a Houston



HOUSTON - El lema, las creencias, las rutinas de Lady Gaga, como quieras llamarles, han radicado siempre en su intento por conectar al público general con culturas alternativas.

El arte se funde con el pop, para hacer referencia a su álbum más reciente. Aún ella trata de llenar ese vacío, pero la mejor parte de su concierto en la noche del miércoles en el Toyota Center, ocurrió cuando se tomó las cosas con calma.

Por supuesto, hubo trajes extravagantes y comentarios acerca de creer en uno mismo y pertenecer a algún movimiento, como de costumbre. Pero incluso en sus intentos por revelar “autenticidad”, en el concierto ARTPOP Ball de Lady Gaga se hizo eco en ocasiones de producciones llamativas de otras estrellas del pop. Y no hay nada erróneo en eso, pero se debe dejar de vender como algo revelador.

Hubo colores brillantes, varillas iridiscentes y bailarines con los torsos al desnudo. La orquesta se hallaba en una estructura blanca ondeante; el confeti voló por el aire y ella instó con frecuencia a la multitud a saltar. Sin embargo, a veces le faltó coordinación al espectáculo por la falta de una transición real entre secuencias, sobre todo al final del show.

Gaga apareció con un vestido de lentejuelas doradas y una esfera azul que sobresalía de su pecho, mientras se pavoneaba con las melodías de ARTPOP, GUY y Donatella con confianza y soltura. Cuando interpretó “Venus” se puso a tocar una guitarra blanca con un bikini de lentejuelas. Fue una secuencia fuerte de su álbum “Artpop”, principalmente porque ella lo vendió como una producción deslumbrante.

Hubo grandes aplausos y gritos cuando ella interpretó éxitos del pasado: “Just Dance”, “Poker Face” y “Telephone”. Fue una decepción que ella relegara esas canciones más potentes a un medley breve. Sólo “Paparazzi” recibió el tratamiento merecido con un vestido de lunares con forma de pulpo, que dio paso a un número reciente “Do What U Want”.

Gaga apareció encima de una mano plateada gigante. La cantante presentó “Born This Way”, reformada como una balada para piano en contra de las personas que dicen que su música y su imagen son “demasiado gay” y “muy artísticas”. A pesar de la pompa inicial de la producción, fue uno de los mejores momentos de la noche.

Siguió con “Judas” y “Aura”, y se echó sobre un sofá mientras leía la carta de un admirador. De ahí pasó a “Sexxx Dreams” y un raramente silenciado “Alejandro”. Gaga parecía carecer de energía durante sus éxitos antiguos a pesar del ánimo del público.

Las últimas canciones, “Bad Romance”, “Applause” y “Swine”, se produjeron en una combinación torpe de luces de neón y estilo banjee. Gaga hizo que varios admiradores subieran al escenario, incluido uno que se parecía a Michael Jackson, para desvariar junto a ella antes de cerrar con “Gypsy”. Un niño de cinco años se le sumó al piano, vestido con un brillante traje rosado igual al suyo, para la interpretación de la poderosa balada. Fue un momento algo raro y dulce, como casi todo el show.



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